La reflexión filosófica del primer romanticismo alemán supuso el colapso de una inercia intelectual que creía poder encontrar en la razón un eje sobre el que sostener la totalidad de lo real: colapso de una concepción abstracta y anquilosada de la divinidad; y colapso de una concepción deductiva y sistematizante de la propia tarea filosófica. Pero también fue germen, inicio de una forma fragmentaria de narrar el mundo, de una actitud escéptica ante la primacía otorgada por el pensamiento tradicional a la conciencia; e inicio de una manera no cosificante de estar eri el mundo, de la que algunas actitudes y formas contemporáneas de pensamiento aún son deudoras. Y es que el romanticismo temprano alemán concibió sobre nuevas formas estéticas el esquema de una paideia, un proyecto de transformación histórica llevado a cabo por medio de la intensificación de las potencias estéticas de la cultura. El rastro de dicho proyecto nos conduce a la época presente., donde el advenimiento de nuevos medios de comunicación de masas, y sobre todo la constitución de la publicidad en género artístico, condujo por otros medios la misma inquietud histórica del romanticismo. Después del fracaso de la Ilustración total staliniana, la esperanza se ha desasido de la historia. Una esperanza permanentemente prometida y frustrada en el presente es lo que nutre la sociedad mediática contemporánea, donde la publicidad asume el papel de transgredir el sentido tradicional de Ja historia para incluir la promesa de plenitud en el presente. Es precisamente la dialéctica entre expectación y frustración lo que está en la base de la actual cultura mediática, en la que aún es posible rastrear, en sus propias ruinas, las derivas irresueltas del sueño romántico.
Alejandro Martín Navarro