Jean-Luc Nancy

La comunidad inconfesable fue el libro con el que Maurice Blanchot «respondió» en 1983 al artículo de Jean-Luc Nancy, «La Communauté désœuvrée» (traducido al español con dos títulos diferentes: La comunidad desobrada y La comunidad inoperante). Hoy es un lugar común mencionar esos dos trabajos como el «momento inicial de una reflexión que se prolonga, de maneras muy diversas, hasta nuestros días», puesto que a partir de ambos títulos se comenzó a tejer una amplísima red de pensamiento que ha configurado una manera de entender la cuestión de la «comunidad» con particularidades muy específicas. Los dos libros pasaron a formar parte de un mismo movimiento y Rieron interpretados como dos trabajos sobre la comunidad que iban en la misma dirección, como dos maneras complementarias y armónicas de afrontar un idéntico problema. Muchos lectores interpretaron el libro de Blanchot como una poderosa confirmación y como un autorizado respaldo a las tesis de Nancy sobre la comunidad. Sin embargo, las cosas estaban muy lejos de ser tan sencillas y el libro de Blanchot contenía muchas cuestiones que no habían sido escrutadas con la suficiente atención. Desde muy pronto, no obstante, y sin que lo hubiera hecho explícito hasta ahora, Nancy siempre insistió en que La comunidad inconfesable encerraba una «réplica», una «reserva», e incluso un «reproche» y hasta una «represalia». Más de treinta años le han sido necesarios a Nancy para deshacerse del efecto «intimidatorio» que le provocaba el libro de Blanchot y poder así «afrontar los arcanos de un texto cuidadosamente protegido» en el que su autor no trataba solamente de explicarse sobre aquello que «anudaba sus hilos» con pasados más o menos alejados (1968,1936), sino que se esforzaba por penetrar en el corazón sombrío de lo que podemos llamar «comunidad». Discusión abierta, por tanto, entre dos formas diferentes de enfrentarse a una aporía que no nos abandona y que se enuncia como «el corazón o la ley».

Prefacio de Cristina Rodríguez Marciel. Traducción de Cristina de Peretti y Cristina Rodríguez Marciel.