Alfred I. Tauber

Abordar a Freud en cuanto filósofo -no solo el filósofo que en realidad fue, más allá de su formación positivista, sobre todo por mediación de su conocimiento apenas confesado de Schopenhauer, es decir, también de Kant y de Nietzsche; sino también el que habría podido llegar a ser en el caso de que hubiera llegado a tomar parte en los debates que surgirían a partir de las reflexiones de autores como Lange, Dilthey o Windelband-, nos ayuda en esta presentación del Psicoanálisis como el heredero de Ja modernidad filosófica que versiona de la manera más novedosa el inmemorial asunto del manejo racional de la parte maldita. La meta del análisis freudiano sería culminar la empresa ética del llegar a ser lo que se es («nada en exceso», «conócete a ti mismo»): la kantiana autonomía de la razón como logro del adulto, en definitiva, que en lo científico responde al reto de Brentano, y en lo clínico nos proporciona el mismo criterio de salud mental. Esta obra de Alfred I. Tauber aspira de esta manera a fortalecer en sus fundamentos el sentido filosófico de lo que Freud construyera con su Psicoanálisis. Y el resultado no podía ser otro que el de encauzarlo por la senda narrativa y hermenéutica. Resonando en estas páginas los ecos de la importante lectura de Ricoeur, se termina por llevar al lector a la elaboración de la identidad del analizando a la que se procede en la situación analítica. Una identidad que esta vez, sería «verdadera», es decir, interpretación consensuada y vivible. Justo la que emerge cuando uno va llegando a ser el que es, descartando todas esas adherencias que, con la corrosión del agua marina que es la vida humana, por fuerza van a ir creciéndole en el alma.