Diego S. Garrocho Salcedo

No parece casual que el verso fundacional de nuestra cultura apelara a una célebre forma de pasión: la cólera del Pelida Aquiles. La filosofía, desde antiguo, se ha esforzado en pensar la dimensión irracional del hombre, lugar en el que tantos autores situaron aquello que los griegos denominaron pasiones. De cuantas preguntas pueden distinguirse en torno a la ambigua constitución moral de estas pasiones una destaca por su insistente formulación. Su mero enunciado condensa no pocos enigmas de la conducta humana: ¿Somos responsables de lo que sentimos? Este interrogante, al igual que, quizá, algunos otros, podría servirnos como criterio ordenador de las distintas teorías éticas que componen nuestra identidad moral. El presente libro tiene como objetivo reconstruir una tradición velada en cuyo origen, como tantas veces, habríamos de situar a Aristóteles.